Quizá nuevamente mi mano, dé la mano a mi conciencia, o a mis ganas desesperada de expresar lo que vaga meditabunda en mi cabeza, me lleven nuevamente a sumergirme en ese oasis de ideas y frases, de recuerdos y remordimientos y por qué no, de amores y tristezas; en ese mar de caprichos cumplidos y deseos que aun puedo verles la espalda.
Podría plasmar en un papel las frases más hermosas, mientras el cielo moja mi ventana con sus lágrimas.
Mientras mis canciones hacen el amor con los acordes de una guitarra y se envuelven y desaparecen entre el humo de mi cigarrillo.
Vagando tan cerca de ese abismo en el que solemos caer cuando el que piensa es el cuerpo y no la razón.
Cuando al final nos damos cuenta que fue la vida misma quien rescató a los perdidos del naufragio.
Pero quien sabe, si al final todo fue una idea más, una frase simplemente, un amor verdadero o nuevamente decepción. ¿Quién sabe?
Podría tan solo quedarme esta noche, a media luz en mi habitación, con la guitarra algunos metros, sin acordes que tocar, ni canciones que cantar.
Seguro estoy que el cigarrillo sería mi verdugo en esta noche tan mía y solitaria, tratando de decidir si Vino o Tequila; si Sting o The Doors.
Pero aún tengo el temor, que mis dedos me traicionen, que mi voz me delate y escuche esa canción que me llevan a buscar una vocal y consonante para hacerlas amantes de mi boca.
Y todo porque siempre supe que….
Podría escribir de qué color es tu vida cuando piensas en mi, de que formas sonríes cuando te acuerdas de mí, de qué manera intentas mirarme cuando no estoy ahí.
Podría escribir las frases más hermosas en el día más triste de nuestras vidas, y ambos sabríamos que tengo razón.