Tengo un viaje – te mentía

11 de febrero de 2024

Mentir es el arte y la magia de la verdad más aterradora, una verdad que nadie quiere escuchar, un sortilegio malvado, que crece en el crepúsculo de un alma aterradora. Mentir es transformar lo que deseas sin desearlo, es hacerle creer lo que quieras a fariseos que caen en las  redes de tu labia serpentina, que te creen las madrugadas rezando en verano.

Mentir es la pieza fundamental para un plan perfecto.

Cuando Sara me dijo que haríamos en enero, le respondí sin titubear, sin la más digna vergüenza, sin el corazón acelerado, que me iría a España, ella cayó rendida ante una lágrima – por supuesto falsa- que caía entre mis mejillas – falsas también -, mientras me abrazaba con tanto furor, mi mentira se iba desvaneciendo en las plazuelas de su voz que decía tan apacible «te quiero, no me dejes», no me podía rendir, la danza ya estaba en la mitad, el cigarrillo ya estaba prendido, titubear seria mi pérdida, seria encender en sus ojos el rencor, frente a mis labios mitómanos, «lo siento, tengo que irme», fueron las palabras perfectas para que ella acabe en mis brazos, mientras mis ojos se reían de la jugada hecha, mientras mi alma renegaba, mientras mi cerebro razonaba, mientras ella lloraba cada verdad y yo soltaba cada mentira.

………………..

Tal vez no debí mentir a Silvia aquella madrugada viniendo de la discoteca cuando me besaba con desenfreno, sabía que sus labios no eran los más puros y que su cuerpo seria mío si yo dejaba de mentirle tan descaradamente, mientras yo mordía su labio ella me decía que me amaba, me deseaba, que quería con ansias locas, estar conmigo, como siempre mis ojos rondaron la sensación mas extraña, mi respuesta fue «te quiero, no quiero hacerte daño amor» – por supuesto mentí -, ella se entregaba cada segundo más, mientras yo, mordía cada milímetro de labio impuro, ella se entregaba al mitómano perfecto de la noche, y yo me perdía ante tanta agresividad, «te quiero, pero pronto viviré en Trujillo» – decía yo -, «no, no me hagas esto» – me respondía -, sus ojos anunciaban un llanto, mis ojos pronunciaban mentiras, mi cuerpo se entregaba a la lujuria de Silvia, mientras mis manos decían no mientas.

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En la noche zigzagueante de esta gélida lima, un viernes como todos, te encontré, cambiaba, hecha, derecha, sabias como era, sabias que mis ojos no creían en nadie, sabias que mis labios entrelazaban las playas de la corazonada más oscura, sabias que mi cuerpo difícilmente se rendía, pero me saludaste, me abrazaste y hasta me besaste. Mis ojos te conocían, mis labios reconocían el ámbar de tus labios, mi pecho se avergonzaba contigo, tenias ventaja, la mirada rendida, una sonrisa no bastaba. Bésame, – me dijiste -, no quiero engañarme, – te dije y no mentía – bésame luego hablas, – me dijiste -, mientras los ojos de mi paladar sucumbieron a mi corazonada primera, te quiero amar – te mentía descaradamente -, ámame, bésame, ruégame me decías mientras yo aceleraba en corazón, bote una lágrima de verdad y otra de mentira, ¿porque lloras?, – preguntaste -, porque no quiero irme – respondía de verdad -, no te vayas quédate, – me decías -, tengo un viaje – te mentía.

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